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viernes, 30 de enero de 2009

No lo pienses más...


Ya la tienes ante ti. La miras una y otra vez con recelo. Observas la belleza de su marco de oro, envejecido por el paso de los siglos. Da la impresión de que cualquier día puede caer al suelo y desaparecer entre la neblina baja que lo cubre todo como si de hierba verde y fresca se tratase.
Pasas la llema de tu dedo por el marco. Lo rozas con precaución y un escalofrío recorre tu cuerpo. Estás aterrorizada, las sienes te palpitan y un sudor frío cubre tu cuerpo. Miras hacia atrás, buscando tal vez algo que te ayude a dar ese ultimo paso, o por el contrario, te haga decidirte por permanecer en ese lado.
Son pocos los árboles que quedan, muertos y desnudos, sin nada que los proteja del frío de los últimos años. El cielo sigue con su tonalidad gris de siempre, incapaz de dejar ver ningún rastro del sol o las estrellas. No hay animales a la vista y, en realidad, en ninguna parte, pues desde la catastrofe sólo habitan esos mosquitos diminutos devorando los cadáveres putrefactos que puedes encontrar por cualquier parte y, a veces, también se alimentan de los vivos buscando algo más apetitoso. En el horizonte no se ve nada.
Suspiras una vez y vuelves la cabeza hacia la puerta.
Desde que todo comenzó, se había extendido, casi tan rápido como la plaga, la leyenda de una puerta de oro que te permitía el paso a un mundo mejor y en donde el sufrimiento no existía. Tras la puerta, un mundo de fantasía te acojía, con sus árboles verdes y la luz del sol brillando con fuerza. Tras esa entrada dorada no había nada que temer, pues nada te podía hacer daño.
Diriges una mano dubitativa hacia el pomo y, cuando llegas a él, lo cojes con fuerza, pues temes perder el equilibrio y caer con fuerza en la espesa bruma del suelo.
Por un momento recuerdas el día que partiste en busca de la leyenda de oro. Tu familia te despedía con lágrimas en los ojos. Estaban contentos, pues querían un futuro mejor para ti, pero en sus ojos también se reflejaba el miedo ya que muchos eran los que se habían marchado en su busca y ninguno había regresado, no se sabía si porque la habían encontrado o porque habían perecido en el hinóspito paisaje que entonces se extendía a tus pies. Ahora sabes que muchos son los que murieron, pues los cadáveres se encotraban a lo largo de todo el camino hacia la puerta.
Pero tú la encontraste.
Miras tu mano que tiembla sobre el pomo. Se ha quedado blanca por la fuerza que le imprimes al agarre. No deberías tener miedo, pues la leyenda dice que tras cruzarla nada te puede dañar, pero, ¿cómo se puede saber eso con certeza si nadie a vuelto para contarlo? No se puede evitar tener miedo.
Respiras hondo una y otra vez mientras cuentas hasta diez. Desde tu cerebro le envías a tu mano la orden de girar. La puerta queda abierta. La empujas suavementehasta abrir una pequeña rendija por la que se filtra una luz dorada y cálida que reconforta tu alma. Vuelves a empujar y a abres completamente. Quedas cegada por la luz un instante, pero cuando tus ojos se adaptan a ella te das cuenta de que tampoco puedes ver nada, pues un sinfín de árboles altos y fuertes, con sus copas verde brillante no te dejan ver nada. El suelo está cubierto de hierba de verdad y tus pies bailan al contemplarlo. Todo es cierto.
No lo pienses más. Cruza.
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1 comentario:

maRini dijo...

Cruza... :|
Vaya,no sé si yo cruzaría en su caso... =S
Espero que estes bieen...
Me encanta ver que escribes y tal (lo que no hacemos otras últimamente jaja)
un besotee grandeee!

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