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viernes, 3 de febrero de 2012

La Espera



Llego demasiado pronto. Todavía faltan veinte minutos para nuestra cita. No parece una barbaridad, pero es que hace un frío que pela. Hace tanto frío que creo que me quedaré pegada al banco en el que estoy sentada.
El cielo está completamente cubierto y es tan blanco como la nieve acumulada a mi alrededor. Es hermoso. Me gusta el blanco. Hace que el mundo parezca virgen y puro, sin contaminación. Nada más lejos de la realidad.
Miro el reloj. Tan sólo han pasado diez minutos por lo que ahora quedan quince. Tal vez si sigo desvariando el tiempo pase más rápido. Pero mi mente no está por la labor. Ella prefiere pensar en cierta persona. Todavía no puedo creer que esto esté pasando. Nos conocemos desde hace un tiempo y ninguno de los dos había mostrado signos de nada. Simplemente nos saludabamos cuando nos veíamos y punto. no había más. Pero el fin de semana en aquella fiesta todo cambió. Creo que ambos éramos los únicos sobrios en la casa y tal vez por eso acabamos hablando.
El tiempo pasó veloz entonces entre conversaciones profundas a altas horas de la mañana y bromas desvariadas que nos hacían reír a carcajadas. Al final de la noche el me pidió para salir en una cita. Desde ese momento los saludos fueron diferentes y se llenaron de sonrisas cómplices. Tampoco fue más allá.
Miro de nuevo el reloj. Ya es la hora. Exacta. Supongo que aún tardará unos minutos. La gente tiene muy poco sentido de la puntualidad.
Unos niños pasan por mi lado y comienzan a jugar con la nieve. Se lo están pasando bien y también deben de estar helados. Lo sé por sus amlias sonrisas y sus mejillas sonrosadas. Comienza entonces a nevar y los niños levantan la mirada y abren la boca intentando capturar algún copo en su interior.
Ya pasan diez minutos. A partir de ahora ya no es escaso sentido de la puntualidad, sino un retraso en toda regla.
La nieve cae cada vez con más fuerza. Los niños están extasiados. Justo en ese momento aparece una mujer, los coje y se los lleva a rastras, a pesar de las protestas de los pequeños. Ya no hace tiempo para estar en la calle.
Veinte minutos. ¿Dónde se ha metido? Ahora es cuando empiezo a preocuparme. Algo está pasando y mi mente no quiere hacer conjeturas. La caída de nieve se ha convertido en tormenta. Un viento helado se ha levantado y hace mucho frío. Casi no puedo soportarlo.
Una hora después me rindo. No creo que vaya a aparecer ya. No puedo creerlo. ¿Donde están ahora las miradas en los pasillos y las sonrisas? Tan sólo quiero desaparecer. Avergonzada, me levanto del banco y comienzo a marcharme. La lágrimas se congelan en mis mejillas.

2 comentarios:

nikky dijo...

me ha gustado mucho la frase :Me gusta el blanco. Hace que el mundo parezca virgen y puro, sin contaminación. Nada más lejos de la realidad.
Es triste, pero destila realidad asi que desde aqui te envio un fuerte abrazo que esa inspiración de artista, que espero que se repita pronto

Besitos!!!

mandy dijo...

muchas gracias, nikky!!
me alegra que te haya gustado ^^

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